Me inclino sobre el ventanal
apretando el filo de la mesa.
Te espero y no te espero llegar,
y empiezo a desesperarme.
Las manecillas avanzan y ya
tienes dos horas de retraso.
Canto las letras de antes
y me acuesto en tu espalda,
lavo tus pasos en el río de nuez
y encuentro la excusa perfecta
para hacerte el amor con lujuría.
Como un ángel, desnudo,
bañado en sudor
llevame en un viaje
hacia el centro de la tierra.
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